La identidad y el sentido de pertenencia en los clubes están representados por sus colores, sus símbolos, sus ídolos y logros. Por la pertenencia a un barrio o una localidad. Es un valor que se refuerza por medio del capitán del equipo, los jugadores que actúan como espejo para los más chicos, y los referentes del club que transmiten sus valores con la palabra y las acciones. Es el patrimonio de creencias, forma de ser y pensar del grupo. Tu club y tu camiseta forman parte de tu piel, es lo que te distingue. Dicen que hay que saber llevarla, no se usa solamente en la cancha, también forma parte de tu identidad como persona.
Quizás Atlético no sería Atlético, así tal cual lo conocemos hoy, si aquella tarde noche del 31 de octubre de 1993, los hinchas no se plantaban. “Si no cambian los colores, que quilombo se va armar…”, cantaron desde los cuatro sectores del estadio en el entretiempo de un 0-0 insípido entre el local y Talleres. ¿El motivo? Una curiosa camiseta naranja que nadie conocía y que, con el último destello de la luz natural, llegaba a confundirse como si se tratara de un rojo, similar a la camiseta de los primos. “Cuando llegó me pareció horrible; yo la enguillé en un mueble para que no se la vea. Ese día apareció porque el ‘Loco’ Zerr, el DT de ese momento, la había visto. Dijo algo así como que él tenía huevo, que se la bancaba y que iba a dar la orden para jugar con esa camiseta”, recordó Néstor Usandivares, utilero “decano” en aquella época.
El empleado del club recuerda que cuando los jugadores salieron al campo de juego; desde el vestuario ya se escuchaban los silbidos. “Yo salí al último y me senté en la entrada del túnel. Ahí vinieron varios hinchas a insultarme, me preguntaba por qué había dejado que jueguen con esa camiseta. Yo no tenía nada que ver, yo antes del primer tiempo había discutido con Zerr para que no la usemos”, explica.
Luego de aquella demostración del amor por los colores de los hinchas; las camisetas fueron a parar directamente a los bolsos de los jugadores. El martes se cumplirán 30 años de aquel recordado partido, sin embargo parece que en Tucumán, sólo una persona tiene aquella camiseta que supo estar en el ojo de la tormenta. “No me acuerdo mucho de ese partido, era muy chico; tengo en la memoria grabado que Néstor Sosa se saca la camiseta, la tira al piso y todos los demás lo siguen”, contó el coleccionista Sebastián Rojkés a LA GACETA.
Hubo una época en la que Rojkés comenzó una cruzada para tratar de conseguir las camisetas “imposibles” de Atlético y así visitó a varias personas que decían tener esta camiseta naranja, pero finalmente la consiguió gracias a un ex jugador. “Marcelo Galván, que jugó en aquel partido me llamó y me dijo que tenía la de ‘Pancho’ Pacheco, se la regaló a mi tío, después pude negociar con él”, relata el joven.
Hace unos años, la marca que viste en la actualidad al “decano” hizo una camiseta de arquero de color naranja. Cristian Lucchetti, capitán del equipo en ese entonces, se negó a utilizarla. “Sí, conozco esa historia, quería evitar cualquier tipo de conflictos. ¿Para qué la iba a usar? Hay 500 colores para elegir”, respondió el ex arquero sobre aquella decisión.
“A pesar que no es rojo, es un naranja fosforescente, tiene un color parecido a San Martín; es como si Talleres saltara a la cancha con algo ligeramente celeste. Descontento total, los simpatizantes de Atlético reaccionaron desde el momento que apareció el equipo. Les gustó muy poco que el equipo haya salido con estos colores. Rápido hay que tomar los recaudos del caso”, dicen los cronistas de @grandeporsuhistoria, un medio partidario de Talleres que hace unas semanas subieron a las redes un resumen de aquel partido, otorgando material inédito y uno de los pocos videos que se conocen donde aparecen los “decanos” vestidos de naranja.
“Fue una reafirmación. Siempre debemos tener presente la identidad del club, los colores y la implicancia que eso tiene en la gente; para mí fue una enseñanza; hay algunas cosas en las que no se puede innovar”, explica Pablo Jemio, dirigente del “decano” que está a cargo del complejo “José Salmoiraghi”, lugar al que concurren miles de niños. “Nosotros queremos que los chicos ya desde los 4 o 5 años usen los colores del club, por eso hay carteles por todos lados en el predio; en Atlético sólo vestidos de Atlético”, advierte el ex jugador que aquella tarde de octubre estuvo en el banco de suplentes.
Mientras los jugadores volvían al vestuario y el estadio era una caldera. “Usa”, el utilero, disfrutaba del momento, él no estaba equivocado; esas camisetas no eran para Atlético. “Las junte a todas, le miraba la cara al técnico y fui al vestuario a buscar las camisetas con las que habíamos jugado el primer tiempo”, detalla.
Daniel “Petete” Hernández, fue otro actor principal en aquella noche de 31 de octubre, que casi se convierte en Halloween. “Nunca habíamos visto esa camiseta, no sabíamos que existían. De repente aparecieron y las tuvimos que usar. Zerr las repartió en el entretiempo, pero ya intuíamos que algo podía pasar. Nos mirábamos y nadie quería salir. Era cierto que las camisetas se confundían en el primer tiempo; pero esta era complicada”, recuerda el ex jugador.
Después de hacer algunos movimientos en el campo, ante la reprobación de los hinchas, los jugadores hicieron una ronda cerca de la mitad de la cancha y hablaron por algunos segundos. “Le dijimos ‘Profe, la gente no quiere. No vamos a jugar con esta camiseta y nos la sacamos y enfilamos para el vestuario”, relata.
Según cuenta Hernández a LA GACETA, durante los días siguientes, la camiseta fue tema de conversación en cada café. “Si nos cruzaban nos decían que no usemos más esas camisetas, Yo creo que la gente se enojó con razón, esa camiseta no identificaba al club. En el plantel había muchos tucumanos, sabíamos cómo es el fútbol de pasional”, detalló el ex jugador de 53 años.
Pasa el tiempo, pero el recuerdo sigue vigente, para “Petete” es un día importante para el fútbol tucumano. “Eso que pasó fue bueno, aquí los clubes tienen sus colores y deben identificarse con esos colores, más allá de lo que exijan las marcas. En Atlético debe predominar el celeste y blanco para que se mantenga el sentido de pertenencia. Se defiende el celeste y blanco, entonces cuando vienen los jugadores de afuera se deben acostumbrar a eso”, remató.
En un par de horas, se cumplirán 30 años de aquel partido que salió 0-0 y que no sirvió para que Atlético descontara puntos al líder Gimnasia de Jujuy en la Primera Nacional; pero dejó una enseñanza que todavía se transmite de generación en generación. Los hinchas, los dirigentes y los jugadores, lo sabe Jemio, Pacheco, Hernández, Usandivaras y hasta Lucchetti, que siendo capitán del equipo, también hizo respetar los colores del “decano”, que siempre será celeste y blanco.